Me llamo Yamina, tengo 35 años, estoy casada y tengo dos hijos, un niño de 4 años y una niña de 3 años.
Para poder entender cómo he llegado hasta aquí voy a remontarme a mi infancia.
Nací en Marruecos, concretamente en la ciudad de Oujda, soy la tercera de cuatro hermanos. Éramos una familia de clase media, mi padre trabajaba como administrativo en el hospital, mi madre como ama de casa. Desde muy pequeños ya se observaba una gran desigualdad entre mis hermanos y yo, y es que ellos, por el hecho de ser hombres gozaban de más privilegios en casa, sobre todo por parte de mi padre. No tenían que colaborar en tareas del hogar y tenían mucha más libertad en todos los sentidos. A pesar de todo, conseguí obtener mi bachillerato y posteriormente me especialicé en contabilidad.
Con 20 años empecé a trabajar en un colegio privado dando clases de árabe, francés y matemáticas, posteriormente trabajé como contable en el estudio de un arquitecto. Aunque seguía viviendo bajo el techo de mis padres, y no fue hasta que me casé en el año 2011 que me marché de casa para ir a vivir con mi marido. Durante todos esos años trabajé duro y me gané la confianza de jefes y compañeros/as, muchas personas me quieren y me valoran. Laboralmente estaba bien posicionada. El problema vino a nivel familiar, ya que una vez casados fuimos a vivir con la familia de mi marido y a partir de ahí surgieron muchos problemas. Esta situación nos llevó a tomar la decisión de viajar a España.
El día 27 de diciembre de 2017 llegamos a Orihuela, y ahí empezó nuestra odisea, y es que sin una vivienda en la que alojarnos, comenzamos a deambular entre las casas de los pocos conocidos que teníamos, que con muy buena voluntad nos acogieron, y es que era “eso” o dormir en la calle. El desconocimiento del idioma, la falta de un empleo, sin recursos económicos, en situación administrativa irregular, la ausencia de una vivienda y la imposibilidad de acceder a ella, con dos menores a cargo…, unido al fracaso de las expectativas, hizo mella en nuestra salud que a día de hoy sigue resentida por las somatizaciones de todo lo vivido. Y es que dejamos la estabilidad que teníamos en todos los sentidos para enfrentarnos a la incertidumbre y a la necesidad.
Un buen día nos hablaron de la asociación Vega Baja Acoge y, sin dudarlo, fuimos. Entramos a formar parte del programa de alojamiento temporal, y gracias a ello empezamos a ver un poco de luz en nuestro camino.
Comenzamos con las clases de español y mi marido encontró trabajo, aunque muy pocas horas. Gracias al apoyo recibido hoy en día empezamos a ser más autónomos y en breve nos iremos a un piso de alquiler, solo esperamos que este sea el principio de un gran futuro.
Yamina. VEGA BAJA ACOGE