Me llamo Nilgen y tengo 35 años.En septiembre de 2019 salí de Colombia destino a España para proteger a mi hija, que en ese momento tenía 6 años. Un grupo armado quería llevársela ya que el padre de ésta tenía problemas allá.

Sin dudarlo, cogí las pocas pertenecías que tenía en ese momento y salí huyendo de la que era mi tierra, mi hogar.

Al llegar a España me sentí liberada a la vez que desamparada, sin recursos, sin apoyos…, no sabía cómo podríamos sobrevivir acá. Pero sabía que merecería la pena solo por el hecho de poder vivir sin miedo.

Nos desplazamos hasta Valencia, donde cada día se convirtió en  un reto diario: que comeríamos ese día, dónde íbamos a dormir …, hasta que un buen día alguien en plena calle se nos acercó y me indicó donde dirigirme para que nos pudiesen ayudar. Fuimos, y tras los trámites pertinentes, entramos a formar parte del programa de Protección Internacional.

Nos trasladamos a Alicante y a los cuatro meses nos denegaron el asilo, por lo que volvíamos a encontrarnos sin rumbo. Me hablaron de la asociación Vega Baja Acoge y allí entramos a formar parte del programa de alojamiento temporal.

Durante todo este tiempo en el recurso me he sentido apoyada y con la tranquilidad de saber que nuestras necesidades básicas estaban cubiertas. Nos hemos adaptado sin grandes dificultades al nuevo entorno en el que vivimos, nos gusta la ciudad y mi hija se siente feliz en su nuevo colegio, se ha integrado muy bien entre sus compañerxs.

No quisiéramos tener que trasladarnos de nuevo, ya que necesitamos estabilidad, puesto que desde que llegamos a España los cambios han sido constantes. El encontrar un empleo estable será lo que determine el camino que tomaremos.

En este momento formo parte del programa Emplea, a través del cual se me están proporcionando las habilidades y herramientas necesarias, tanto para mi desarrollo personal como laboral, y confío que en algún momento, no muy lejano, lograré mi objetivo.

A día de hoy soy optimista, con la certeza de saber que en el momento menos esperado se producirá esa llamada, aparecerá esa persona que me brindará la oportunidad de desarrollarme a nivel laboral y así, yo podré ofrecer a mi hija un futuro mejor y mejores oportunidades que las que yo tuve, solo así sentiré que nuestra lucha incansable ha valido la pena.

Mientras tanto, seguiré dando lo mejor de mí, enriqueciéndome y aprendiendo de cada experiencia, y cómo no, de cada una de las personas que se van cruzando en nuestro camino y tienen algo que aportar.

Con esa actitud seguiremos caminando y creciendo en el difícil, a la vez que fascinante, camino de la vida.