“Soy Mariela Silvia Alvarado Álvarez, procedente de Latinoamérica, exactamente del país Ecuador, provincia  de Santo Domingo de los Tsáchilas (quechua). Los Tsáchila, también llamados Colorados, son un pueblo indígena que habita en esta provincia de  Ecuador. Nací, crecí y realicé mis estudios primarios y secundarios allí .

Tomé la decisión de emigrar a España en el año 2001 (tenía 28 años) cuando se podía viajar sin sacar un visado. Viajé en compañía de mis hermanos mayores que, en ese entonces, ya tenían residencia española. Llegué al piso donde vivía uno de mis hermanos con su mujer en Mallorca, en las Islas Baleares. Tan pronto llegar a Mallorca, apenas después de 15 días, conseguí un trabajo de interna cuidando a una persona mayor. La experiencia fue muy dura porque no sabía nada de la gastronomía mediterránea y el idioma no lo entendía, la persona mayor solo hablaba mallorquín, pero aún así estuve con esta familia 3 meses. De ahí salí sabiendo muchas palabras mallorquinas. Al salir, lo primero que hice fue ir a Caritas, hablé con la trabajadora social, le comenté mi caso y me hizo una pregunta que para mí sonó muy drástica: ¿Qué quieres hacer, irte a tu país o quedarte en España? A la cual yo respondí: Quiero quedarme porque en mi país estaré peor de lo que estoy ahora aquí. Yo lo que quiero es prepararme para poder entender el idioma y tengo muchas ganas de aprender a cocinar la comida de aquí.  Fue entonces que me inscribí en un curso de cocina organizado por Cáritas para todas aquellas personas que estaban recién llegadas en ese tiempo. Este curso me fue de gran ayuda. También, realicé un pequeño curso de mallorquín en el cual aprendí mucho vocabulario y me ayudó a entender más el idioma. De esta forma,  me relacioné más con la gente y se me hizo más leve la estancia.

En 2005 una señora me hizo un contrato de trabajo con el cual pude meter mis papeles a extranjería y solicitar mi permiso de residencia y trabajo. Al obtener mi permiso, me sentía otra persona, con más libertad para buscar nuevos trabajos y se me abrieron más puertas en mi entorno.

Aquí he trabajo mucho y por medio de mi trabajo he conocido muchas ciudades de España.  En todas ellas me acogieron muy bien, no me he sentido discriminada en ningún sentido. En mi caminar he conocido mucha gente de todo tipo (muy buena, buena y mala).

En el 2009 llegué a la hermosa ciudad de Alicante, en la cual tengo un familiar. Me radiqué en la casa de mi prima hermana con la cual me llevo muy bien y nos ayudamos mutuamente. Ya estando aquí lo más pronto posible me puse a buscar trabajo y no tuve ningún problema en encontrarlo, ya que mucha gente en Alicante  habla español y es muy fácil comunicarse.

En enero de 2015 llegué a Elche. Nada más llegar me pareció una ciudad muy encantadora con sus grandes palmeras y los hermosos parques que posee. Allá por donde pasaba miraba cosas hermosas. Pero lo más importante que me hizo quedarme aquí es una persona muy especial que hoy forma parte de mi vida, a la cual quiero y respeto mucho. Hoy en día no tengo un trabajo que cumpla condiciones mínimas, hago algunas horas como empleada del hogar pero sin contrato. No he tenido suerte de encontrar mejores ofertas laborales, creo que en parte es por mi edad porque muchas ofertas piden que no tengas más de 40 años, pero aún así tengo esperanza de encontrarlo.

Conocí Elche Acoge por medio de Internet, y desde mi primera cita he sido muy bien atendida. Con ellos he compartido muchas cosas a través de los diferentes proyectos que desarrollan para las personas inmigrantes.

He conocido muchas personas y, hoy por hoy, tengo muy buena relación con algunas de ellas. En este sentido no nos sentimos solas. Gracias Elche Acoge, sois geniales”.

 

El testimonio viene de la mano de Mariela una de las mujeres beneficiarias de la Fundación Elche Acoge que ha querido trasladar al blog cómo ha sido su experiencia de adaptación e inclusión en España.