Mi nombre es Sara, y desde hace dos años soy voluntaria en la sede de Valencia Acoge. Estudié psicología y he participado en diferentes programas de voluntariado. Siempre intento mantenerme informada de las necesidades que surgen en los espacios de mi ciudad. De esta forma me llegó una información desde Valencia Acoge en la que se comunicaba que necesitaban personas voluntarias para el Programa Psicosocial de Apoyo a Mujeres Inmigrantes en situación vulnerable. El objetivo era apoyar en el cuidado de menores mientras tenía lugar un espacio reservado para mujeres en el que se realizaban diferentes actividades y talleres.
Curiosamente, al mismo tiempo tenía unas cuestiones que rondaban mi cabeza: ¿Era el espacio para los niños y niñas necesario porque las actividades estaban orientadas exclusivamente a mujeres?, o ¿Pasaría lo mismo si en las actividades participaban exclusivamente hombres? Estaba convencida de que las respuestas eran sí y no respectivamente y, más adelante, pude confirmarlo.
Una vez que pasé a formar parte del equipo de voluntariado de Valencia Acoge, pude asistir y participar en una realidad que hasta ahora sólo intuía: lo importante y grande que es el trabajo de las entidades dedicadas a la atención de las personas inmigrantes como Valencia Acoge y lo mucho que queda por hacer y que dependerá directamente de nosotros.
De mi experiencia pude comprobar que para las mujeres con responsabilidades familiares en el cuidado de menores – abuelas, tías y sobre todo mamás-, asistir a los talleres que se ofrecían para la atención psicosocial era casi imposible sino contaban con un espacio seguro dónde dejar a sus peques. Y no sólo eso, el espacio debía otorgarles la tranquilidad necesaria para poder dedicarse a ellas mismas en un cien por cien aunque sólo fuera por un corto espacio de tiempo y una tarde a la semana. Por este motivo, la labor que realizo es tan importante y conlleva tanta responsabilidad. La confianza que las mujeres tenían en Luisa, la responsable del programa de atención psicosocial y en la organización, se extendía a nosotras las voluntarias de forma natural.
Al principio, el trabajo era difícil. Llegar a formar un equipo de voluntariado más o menos estable es muy complicado. Unas veces la participación de voluntarias era grande y otras, una sola persona se las tenía que ver con 12 o 13 niños y niñas de edades diferentes. Las causas más comunes que dificultan la continuidad del voluntariado en los programas tienen que ver con la incompatibilidad con estudios o trabajo. Yo misma he tenido que ausentarme temporalmente o no poder participar en actividades concretas por los motivos anteriores. Pero he tenido la suerte de no tener que desvincularme de Valencia Acoge durante estos dos años, pudiendo colaborar en diferentes actividades que me han permitido aprender y crecer en la profesión para la que me estoy formando.
Este año he empezado con atenciones individuales a menores, siempre con el apoyo directo de mi coordinadora Luisa. También he podido asistir al “Taller de autoconocimiento y cambio” con las mujeres, lo cual ha sido una experiencia completa por no quedarme corta de adjetivos. Lo único que me salió decirles el último día de taller en el que las emociones fueron las protagonistas y que quiero volver a transmitir aquí, fue GRACIAS.
Por un lado a Luisa, por la confianza para dejarme entrar en el espacio y poder observarla como profesional y absorber mucho, muchísimo de ella y, por otro lado, a esas mujeres valientes y luchadoras por compartir, por enseñarnos, por confiar y por respetar.
Mi resumen de mi experiencia como voluntaria es que nunca podré dar tanto como me estoy llevando. Valencia Acoge, gracias.
Sara Micó, voluntaria de Valencia Acoge.