En un largo camino de emociones se cobijan inciertos lugares, promesas, inquietudes y esperanzas. ¿A dónde vamos? ¿Será el mejor lugar? Elaboramos dos listas, lo que dejas y lo que vas a comenzar. Voy a dejar mi vida, mis recuerdos, mi familia y amigos… una casa llena de logros adquiridos, desde una fotografía, hasta lo simple de un labial favorito y en algunos casos, plantas o mascotas que son parte de nosotros. Parece simple, pero no lo es. ¿Qué nos motiva a dejar nuestro país?

La tradición, costumbres, olores, sabores, las salidas con nuestros amigos, las tertulias entre madres solteras que en ese espacio pleno nos consolamos unas con otras de lo duro que es ser madre y desear lo mejor para tus hijos en un mundo difícil, pero peor aún en tu propio país sin esperanza de una mejor calidad de vida….todas esas cosas…ya se fueron.

Cuando salimos lo hacemos con lágrimas en los ojos al mismo tiempo que vamos llenas de esperanzas por una mejor vida de adaptación y cambios en el que estamos dispuestas a formar parte de esa nueva sociedad, cultura y en la que esperas que una nueva sonrisa te dé el sí, para sentir que estas en casa.

Yo siempre digo que soy una viajera del mundo. He estado y vivido en varios países y cada experiencia es totalmente diferente a la otra, pero puedo apreciar, diferenciar, comparar lo bueno de lo malo, positivo o negativo de cada uno, siempre aceptando que no todo es perfecto como deseamos pero que siempre nos brindan partículas positivas para decir que valió la pena y hay que seguir.

Nada es fácil y los obstáculos son muchos. Nos vamos a encontrar gente maravillosa (mente abierta) y otras no tanto, que no son capaces de medir su actitud, palabras y acciones cuando se trata de herir a quienes nos ha costado tanto dar este gran paso. En cada país del mundo hay extranjeros y en vez de criticar sería más útil enseñar a adaptarnos a esa nueva sociedad porque de nosotras también se puede aprender. No somos delincuentes; en mi caso la mayoría de los venezolanos que hemos emigrado somos profesionales valiosos que servimos de aporte a esa nueva sociedad, pero el dolor y la angustia no tiene estatus, color, ni título universitario cuando decidimos emigrar. SOMOS SERES HUMANOS.

Salí hace casi 3 años de mi natal Venezuela en el 2014, después de vivir el horror de ver como los Derechos Humanos eran violados, abuso de las fuerzas militares, torturas a quienes pacíficamente marchaban para expresar libremente su derecho al cambio, por la escasez y la miseria. Respiramos gases lacrimógenos a diario y cubriendo a mi hijo entre balas cuando me tocaba ir por él después del colegio porque vivíamos en el hueco del huracán en Caracas, entre Los palos grandes y Altamira.

Cada una de las que un día decidimos huir de la crisis desde nuestros países de origen, llegamos con una maleta en la mano que guarda toda una vida, sueños y dolor; en otros casos hasta con la manos vacías para comenzar una nueva vida, en una incertidumbre constante del hoy por hoy; porque no continuamos, sino que volvemos a nacer.

Nahir Cord.

Imagen maleta (1)